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El Conciert Mosaic, para piano y orquesta, responde al compromiso contraído con mi esposa, la pianista Maria Carme Poch, que fue quien realmente la estrenó. La decisión la tomamos en el marco de un concierto al que asistimos de la malograda intérprete catalana Rosa Sabater, y que se materializó a raíz del encargo que me hizo en 1981 el Ministerio de Cultura. Si hasta entonces me había movido dentro de los parámetros de un determinado expresionismo derivado de un pensamiento serializado, el Concert Mosaic pareció iniciar una nueva etapa más especulativa en cuanto al timbre, dentro de una orquesta más reducida que la del anterior Moviment simfònic (orquesta a dos: 2.2.2.1./ 4.0.1.0./,arpa, celesta y un amplio contingente de percusión, con cuerda reducida: 12, 10, 8 6 4), en la que interviene, por momentos, la filigrana sonora, así como alguna que otra nota preparada en el piano que tomará en el transcurso cierta relevancia.
Las diferentes secciones constitutivas del Concert, como partes altamente diferenciadas, a pesar de presentarse en un solo movimiento, invitan a entender la obra como un gran mosaico. A una primera entrada de riguroso y sutil trabajo orquestal le sigue una escritura de música española, a base de arabescos propios del cante jondo, post-Falla, en la que el solo de piano, con alguna nota distorsionada en opaco, juega, en paralelo, con la manipulación sonora del arpa (como extensión del arpa del piano) para centrarse en un tipo de vals grotesco que será tratado en variaciones. El desarrollo de estos tres estadios nos trae a una evolución en la que se encuentran elementos jazzísticos en el contrabajo o a la presencia de formantes circulares, expresados con nueva grafía en el punto culminante. El estreno de la obra se hizo dentro de la 1a Mostra Catalana Contemporània de la A. C. C. (Associació Catalana de Compositors) el 29 de octubre de 1983, por la Orquestra Ciutat de Barcelona, dirigida por Michel Decoust y actuando como solista M. Carme Poch. La audición conoció un gran éxito por parte del gran público.
Carles Guinovart Rubiella